De nuestra compañera Carmen Ibarlucea, publicado en el diario digital La Réplica
En el día de la no-violencia me gustaría compartir algunas de las propuestas que la pensadora y activista Petra Kelly nos dejó como legado y han quedado recogidas en sus libros «Sin violencia hacia un futuro verde» (1983), «Pensar con el corazón. Textos para una política sincera» (1990), «Por un futuro alternativo» (1994)
Su propuesta de transformación del sistema económico capitalista, del Estado democrático y de las relaciones interpersonales son los pilares de sus propuestas de acción para el cambio necesario que hará posible un futuro justo y más humano.
Por eso, desde un planteamiento políticamente verde ella nos anima a trabajar para transformar el sistema económico y el Estado, pero también para transformar las relaciones interpersonales que son la base de nuestra forma de ser y estar en el mundo.
Por eso, en el Día de la no-violencia me parece una imprescindible para ser recordarla y reconocida. Alguien que critico duramente nuestro modelo de producción y consumo por ser intrínsecamente violentos, y para alcanzar una paz verdadera es necesario fortalecer la economía social y ecológicamente sostenible, así como es imprescindible reducir el crecimiento económico y restringir el consumo.
Tenemos que alejarnos urgentemente de las industrias como la nuclear, la química y de armamentos. Kelly defendía un decrecimiento selectivo, comenzando por los sectores industriales “que representan un peligro inmediato para la vida” para continuar reordenando todo nuestro sistema de producción y de comercio a través de acuerdos que tuvieran como objetivo claro el bien común, un Bien Común que no incluye solo a las personas y por supuesto no sólo al presente.
Para ella, que no era en absoluto una ingenua, ante posibles contradicciones entre preservación del medio ambiente y la defensa de los puestos de trabajo, Kelly propugnaba una acción común del movimiento ecologista y del movimiento obrero que combinara ambas sensibilidades “en pro de actividades laborales sensatas, inversiones ecológica y socialmente justificadas y conceptos alternativos de producción y conversión”.
Como alemana era consciente de que el estilo de vida de las sociedades occidentales “ponen en peligro los fundamentos naturales de la existencia humana” por eso la responsabilidad mayor en los cambios debemos asumirla desde los países que más hemos dañado la naturaleza.
Para Petra Kelly, la “democracia debe basarse en valores morales, haciéndolos principio motor de la actuación política” y nunca debemos sacrificar esos valores dentro de los habituales movimientos tácticos usados en la política. Por el contrario, toda nuestra acción política debe estar comprometida con ellos, la ética debe ser el objetivo y el camino. Y mirando más allá, ella propugnaba que la democracia popular, directa y descentralizada era la forma de organización que debíamos alcanzar a medio plazo, garantizando la transparencia de la gestión y de las instituciones.
Y en sus reflexiones sobre los necesarios cambios interpersonales, obviamente había referencias directas nacidas del feminismo, así en 1973 escribió que “la necesaria creación de una mujer nueva exige la creación de un hombre nuevo”. Y generalizar aquellas actitudes que las mujeres habían salvaguardado durante los milenios en que se ha impuesto el patriarcado. Y así cuidar con afecto, conocer y gestionar adecuadamente las emociones y hacernos responsables de las personas más vulnerables de la sociedad, deben ser habilidades que desarrolle cada persona, sin importar su género, su etnia o el lugar que una sociedad injusta y jerarquizada le ha otorgado al nacer. Liberarnos de nuestros privilegios es un desafío personal que debemos afrontar para lograr una cultura de paz.
Algo que hizo y que consideramos que sigue siendo una realidad, fue denunciar el hecho de que las mujeres hemos sido excluidas del poder político y por ello es imprescindible feminizar la política y los órganos de toma de decisiones, para que la voz de las mujeres obtenga la misma autoridad, pero no era una ingenua y advertía del peligro que las mujeres ejercieran el poder de la misma forma, jerárquica y autoritaria, en que lo habían hecho los hombres, por lo que feminizar la política es mucho más que dar acceso a las mujeres, es también asumir los valores positivos del cuidado y la gestión de las emociones por parte de todas las personas que se implican en ella. Y esa transformación solo es posible desde la no violencia y también desde la desobediencia civil.